En los últimos posteos he compartido reflexiones introspectivas sobre la pérdida del gozo, la falta de libertad, las injusticias en mi país y la paz en lo desconocido. Hace unos días escuché esta porción de Cantares que realmente me encantó, y hoy quiero compartirte acerca de la llegada de la primavera a nuestra vida.
Mi amado habló, y me dijo:
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
Porque he aquí ha pasado el invierno,
Se ha mudado, la lluvia se fue;
Se han mostrado las flores en la tierra,
El tiempo de la canción ha venido,
Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
La higuera ha echado sus higos,
Y las vides en cierne dieron olor;
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
Cantares 2:10-13
Cada vez que sucede algo positivo en nuestra vida queremos contárselo a todos: cuando aprobamos un parcial, sacamos la licencia de conducir, logramos un objetivo profesional o académico, llega un nuevo miembro a la familia o aparece un nuevo amor en tu vida. Son tantas las buenas noticias que queremos gritar con alegría y hacer que todos se enteren.
Los inviernos, por muy largos que parezcan, siempre tienen su final. Las temporadas difíciles no duran para siempre. Hoy quiero invitarte a disfrutar de la primavera que quizás estás comenzando a vivir o que ya experimentas desde hace un tiempo.
En Argentina se acerca la primavera y ya sé que el árbol de mi vecina florecerá con esas flores fucsias tan lindas, y que en la ciudad donde vivo las calles se vestirán de lila con los jacarandás que se alzan a ambos lados de las avenidas. Podremos dejar los abrigos pesados, salir más livianos y disfrutar de las plazas y espacios verdes, que en invierno —con cualquier viento fuerte— nos daban ganas de abandonar para volver a casa.
¿Y a qué me refiero con la primavera?
Este tiempo de florecimiento puede reflejarse en todas las áreas de tu vida:
- Una oración respondida
- Un tratamiento de salud que ha culminado
- La llegada de un nuevo trabajo
- El final de una crisis matrimonial
- Un milagro recibido
- La salida de un pozo depresivo o de ansiedad
- La transformación de una situación, persona o relación
- Provisión económica
- Crecimiento interior
Hace unos días escuchaba a una amiga que decía:
"Oré tanto por tener lo que tengo hoy que, a veces, me aflijo por tonterías y no me posiciono conscientemente en lo que estoy viviendo. Dejo de disfrutar lo que Dios me dio después de tanto anhelarlo."
Y es algo que nos pasa muy seguido. Incluso a los niños: piden algo insistentemente y, cuando lo reciben, ya no lo valoran como antes.
Por eso quiero dejarte tres consejos para prepararte o disfrutar de este tiempo en que el invierno termina y las flores comienzan a nacer:
1. Mantén el gozo y la gratitud
Si identificas que estás viviendo un nuevo tiempo de primavera, donde ves cambios y oraciones respondidas, gózate en este momento.
El gozo es un estado que permanece aunque las circunstancias no sean las deseadas; lo tenemos gracias a nuestra relación con el Espíritu Santo. Ríe, agradece y alégrate, porque el tiempo de tu canción llegó.
Y si aún estás esperando este tiempo, hazlo igualmente: posiciona tu corazón en un lugar firme. No dejes que la queja se arraigue y te invada de insatisfacción, tristeza o enojo. Sé agradecida en cada detalle.
2. Sé fiel en lo mucho
A veces nos acercamos más a Dios en los inviernos que en las primaveras, con mucha más perseverancia cuando estamos en necesidad. Pero no debemos olvidar que Él permanece en cada temporada, sin importar tu situación económica, emocional, relacional o profesional.
Él es fiel aunque nosotros le fallemos. Es por su fidelidad que hoy tienes vida, que puedes estar leyendo esto ahora.
Como dice Lucas 16:10-12:
"El que es fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho; y el que no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. De modo que si no sois fieles con las riquezas de este mundo, ¿quién os confiará la verdadera riqueza?"
Así que, sin importar en qué temporada estés, permanece fiel a Dios.
3. Comparte tus flores
En medio de esta primavera, no te guardes todas las flores: compártelas. Habla de la fidelidad y bondad de Dios en tu vida, en esta y en todas las temporadas.
Así como cuentas una noticia con gran euforia y alegría, cuéntale a otros lo que estás viviendo hoy. Sé agradecida, sé fiel, pero también comparte esas buenas noticias. Y, sobre todo, comparte la más grande de todas: la libertad que Dios te dio a través de la salvación.
Mi deseo es que esa primavera que vives hoy deje huellas en la eternidad, que no pase desapercibida ni para ti, ni para tu hogar, ni para tu entorno. Que todos puedan ver lo bueno que ha sido Dios contigo y reconocerlo.
¿Quieres comenzar una nueva lectura?
Si te gustó este post, te invito a leer "Florece" un libro para mujeres que quieren florecer frente a los inviernos de la vida.

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